lunes, 21 de marzo de 2016

Verde sobre morado, 1961. Mark Rothko.

Verde sobre morado, 1961. Mark Rothko.
Técnica mixta sobre lienzo. 258 x 229 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Mark Rohtko (Daugavpils, Letonia, 1903 - Nueva York, 1970). Autorretrato, 1936.  


Lo que vemos:

Un rectángulo de color verde sobre un fondo morado.
Los colores son lisos y puros.
Las tonalidades son apagadas.
El cuadro parece robar la luz, como un agujero negro.

El significado:

El cuadro es de gran formato, para conseguir un diálogo más íntimo con el espectador.

Esta obra es representativa de la llamada pintura de campos de color (color field).

En un post anterior, dedicado a una obra de Jackson Pollock, se habló de una pintura gestual, enérgica, emotiva, automática y espontánea; una pintura de acción (action painting). La pintura de campos de color sería una rama distinta de expresionismo abstracto. 

La pintura de campos de color sería otra forma, más abstracta y meditativa; que define el espacio con amplias superficies cromáticas.

El espacio es no representativo, no figurativo, puramente óptico. Está únicamente definido por el color.

Según el autor, la habitación roja de Matisse (Armonía en rojo, 1908), fue una de las fuentes principales de toda su producción abstracta.
Armonía en rojo (el postre), 1908. Henri Matisse.
Óleo sobre lienzo, 180 x 120 cm. 
Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Rothko consideraba que el color puro era el mejor modo para expresar las emociones. Al igual que Kandinsky, creía que el color actuaba directamente sobre el alma y era capaz de producir emociones profundas en el espectador.

Verde sobre morado pertenece a la época madura de Rothko (1949-1970), caracterizada por varios aspectos:

La representación de una o varias formas rectangulares que flotan sobre la superficie del fondo sin llegar a destacar sobre ella.

Los contornos de estas formas son vagos y vibrátiles y parecen crecer desde el centro.

La pintura está aplicada con amplias veladuras transparentes y de forma irregular, cobrando así profundidad.

Los tonos sombríos e introspectivos son característicos de su obra de los años sesenta. 

La abstracción de Rothko no era vacía ni decorativa.
Quería que su pintura fuera una experiencia en sí misma:

"Mi Arte no es abstracto, sino que está vivo y respira", "mis pinturas son íntimas e intensas y son lo opuesto de lo que es decorativo".

"El Arte para mí es una anécdota del espíritu y la única manera de materializar su variada rapidez y su quietud”.

Él pretendía lograr una espiritualidad íntima en la que el espectador se sintiese totalmente inmerso en los cuadros, sin necesidad de más explicación.

Los campos de color de Rothko no representan nada, salvo un espacio intemporal de quietud y silencio.

Fuentes:


Imágenes: